Gastropoda
Joan Fontcuberta reside en una zona rural con mucha humedad. El cartero deposita su correspondencia en una casilla postal en el exterior de la verja. Si esa correspondencia no es recogida pronto, los caracoles silvestres (de la clase gastropoda) acuden en tropel y aprovechan para comer el papel de los tarjetones de invitación de museos y galerías, que habitualmente van ilustrados con reproducciones de fotografías y otros tipos de obras de arte.
Más allá de un reciclaje melancólico del arte (el arte como «alimento»), este proyecto hace alusión, simbólicamente, a la degradación de la imagen, enfatizando su transición de simple representación a objeto físico, de pura forma visual sin «carne» a material tangible.
Por otro lado, invita a repensar los conceptos de autor, de creación y de obra. Aquí los caracoles fotofagos (o "comedores de fotografías") juegan un papel de autores por delegación, absolutamente indiferentes a cualquier discurso alrededor de su voracidad y a la significación asignada a sus excrementos. El resultado son representaciones desfiguradas que perpetúan el ciclo metabólico de las imágenes.