Vulnerable


La vulnerabilidad es el espacio donde el alma se desviste, mostrando la fragilidad que nos define como seres humanos.

En este estado de desnudez emocional, el fracaso se convierte en un aliado inesperado, una grieta por donde entra la luz del avance.

No es la caída lo que nos detiene, sino el miedo a caer; sin embargo, es en ese tropiezo, en ese desmoronarse, donde se gesta el verdadero crecimiento.
El fracaso no es un fin, sino una semilla.

A partir de un proceso profundamente personal marcado por la disolución de certezas y la sombra del fracaso, Isabel ha transformado esas experiencias en una forma de creación poderosa.
En sus obras, lo feo y lo oscuro se vuelve materia prima para la belleza.

Toma lo negro, lo roto, lo que parece condenado a la invisibilidad y lo encierra en un acto de alquimia artística, donde lo doloroso se regenera.

El humo se convierte en su aliado, un elemento que simboliza el ciclo de destrucción y renacimiento. Efímero y denso, es a la vez la huella de lo que fue y la posibilidad de lo que puede ser.
En su movimiento impredecible, Isabel encuentra una metáfora perfecta para su proceso creativo: lo que parece desvanecerse, lo que es consumido por el fuego del fracaso, se levanta nuevamente como una forma de expresión renovada.

En este proceso de transformación, Isabel culmina creando algo inesperado: delicadas y poderosas flores rojas.
Estas flores, nacidas de la oscuridad y el humo representan la culminación de su viaje interior.
El color rojo, con su vibrante energía, simboliza tanto la vida como la pasión, la fuerza y la resiliencia. El rojo no es sólo un tono sino una declaración de que de la pérdida puede brotar lo más puro, lo más vital.

Se erigen así sus flores como símbolos de transformación, recordándonos que en las sombras también existe la luz, y que en cada fracaso hay una oportunidad de regeneración, de renacer más fuerte y más bello.